Si ponéis en Google conceptos del tipo «lácteos niños», «lácteos buenos», «lácteos malos» o simplemente «niños tomar leche», os podéis pasar una tarde entera leyendo teorías que cantan las alabanzas de que los niños tomen lácteos y las que representan todo lo contrario: que son altamente perjudiciales y peligrosos para la salud de niños y adultos. Como el objeto último de este post es enseñaros una receta muy, muy fácil para que los niños, a partir de un año, merienden lácteos de forma divertida y apetitosa, sólo aportaré dos consejos, que tomo de las webs de la Asociación de Pediatría Española (Aeped) y de En Familia, un portal también creado por Aeped.
«Para tener una alimentación equilibrada y sana en este aspecto, son necesarios al menos de 800 mg a 1.200 mg diarios de calcio, que se consiguen fundamentalmente a través de los productos lácteos«.
«Hay que consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogur y quesos. Los productos lácteos son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, etc.) y vitaminas. El consumo de leches fermentadas (yogur, etc.) se asocia a una serie de beneficios para la salud, porque estos productos contienen microorganismos vivos capaces de mejorar el equilibrio de la microflora intestinal».